Hoy quería hablarte de la muerte, tanto entendida para mí,
como la ausencia de la vida.
Toda voluntad, iniciativa o decisión desaparece; que
intrascendente parece, cuando el infinito e imparable tiempo engulle los
recuerdos y todo el recorrido de cualquier ser… ¿Cualquier ser?
No exactamente. La fama y popularidad de grandes hombres
ha permitido que sus nombres perduren en los anales de la historia, ya sea,
gracias al ejercicio de las obscenas artimañas cargadas del más puro egoísmo o
a través de la defensa de los más nobles ideales, los cuales, han conllevado el
calor y admiración de miles de otros seres.
No obstante, para el simple ser mundano, la muerte no
resulta tan reconfortante en el constante devenir de los tiempos; cómo máximo
podrá ver albergada la esperanza de ser recordado por sus seres más afines
durante el tiempo limitado de sus existencias.
La duda que ahonda mi mente, es la simple cuestión, de si
se mantiene de alguna manera vivo perdurando el recuerdo. El recuerdo de un ser
difunto, resulta particular y subjetivo, cuyo alcance nunca puede ser siempre
positivo, si es que realmente mantenemos el cuórum a la valorización de
positividad.
Quizás el diáfano amor y afecto de un padre hacia su hijo
podrán ser manchados y traicionados, por ejemplo, al derrochar los sacrificios
hechos por el padre, como bien podría ser cuando una herencia es despilfarrada por
el hijo.
Así cómo, el pensamiento egoísta de la adquisición de
galones para llegar a ser el macho alfa real por parte del hijo en la
composición familiar o de parentesco.
La muerte de un ser querido, la cual, será lamentada y
tomada en cuenta a través de un funeral, con un simbolismo, que personalmente
encuentro tétrico y pervertido, el cual, junta su dantesca significación a
través de lágrimas de cocodrilo que serán prontamente olvidadas y desaparecidas
igual que el recuerdo del propio individuo fallecido, a las que las lágrimas y
afecto iban dirigidas.
Olvido personificado en el continuo peso abstracto,
cargado en los hombros a causa del insufrible destino de los individuos, que
más se quiere conseguir, al intentar mantener el recuerdo de una persona
difunta, si la ardua tarea de resistir el azaroso devenir ya resulta, por ella
misma, insoportable para muchos.
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