Nadie había reservado mesa en el bar aún sabiendo que se llenaba a partir de las 21:00 y que la gente ocupaba las mesas hasta tarde. Eran las nueve y diecisiete minutos y seguíamos apretujados en un banco desgastado que había en el parque periférico del pueblo mientras discutíamos quién debía llamar para reservar y a quién le tocaba conducir. Marcos estaba harto de alargar aquella estúpida discusión, así que se levantó mientras daba una colleja amistosa a Guille que era quién estaba hablando en ese preciso instante y anunció que ya sacaba él el teléfono para llamar. Se apartó un poco del grupo y estuvo aproximadamente un par de minutos con el móvil en la oreja hasta que dijo “Muy bien. Gracias. Hasta ahora.” y se giró con una expresión triunfante en sus ojos y asintiendo ligeramente con la cabeza: “Tenemos mesa chicos. Pero hay que espabilarse que solo nos la guarda veinte minutos”. Nos levantamos todos al unísono y saqué las llaves del coche del bolsillo del pantalón mientras preguntaba quién iba a bajar conmigo, a lo que Marcos y Juan respondieron que ellos bajaban en moto mientras se ponían rápidamente los cascos. La resta caminamos hacia el otro lado de la calle donde tenia aparcado el coche mientras nos girábamos para despedirnos de los dos motoristas aunque nos íbamos a reencontrar en breves en el bar. Guille se subió en el asiento del copiloto y Javi se sentó detrás junto con Santi, nos abrochamos todos el cinturón y antes de arrancar puse un CD pirata misterioso que creía que era de Mago de Oz pero resultó ser un mix de música maquinera de los 90, del cual no tenía ni idea de donde podía haber salido, pero como todos mis amigos se rieron y Guille detuvo mi mano antes de que lo pudiera extraer de la disquetera lo dejé puesto y salimos rápidamente hacia nuestro destino.
No encontrábamos aparcamiento, pero vi las motos de Juan y Marcos aparcadas justo delante de la entrada al bar, así que los maldije en voz alta para que se me pudiera escuchar por encima de la atronadora música que salía de los altavoces. Como llevábamos las ventanas bajadas, la gente de la calle nos miraba, y cuando alguien se quedaba mucho rato observándonos, sacábamos la mano por la ventana con el pulgar hacia arriba como diciendo “¿todo bien amigo?”. Justo cuando me disponía a dar una segunda vuelta a la manzana encontré un sitio perfecto, bien espaciado y sin ninguno de esos árboles odiosos que te dejan la pintura y los cristales llenos de resina, aparqué sin muchas complicaciones y bajamos todos del coche asegurándome tres veces de que lo cerraba adecuadamente. Caminamos hasta el bar sin intercambiar muchas palabras, supongo que nos estábamos reservando para contarlo todo en una mesa con una buena cantidad de cerveza, saqué un cigarrillo de mi paquete de Lucky Strike y me lo guardé detrás de la oreja mientras comprobaba mis bolsillos en busca de un mechero pero sin intención de encenderlo aún. Una vez dentro del local nos reencontramos con Juan y Marcos que ya estaban sentados en la mesa con un par de cervezas grandes, así que pregunté a la resta que querían tomar y me dirigí a la barra acompañado de guille, ya que él también conocía al dueño y lo quería saludar. Volvimos a la mesa y Javi anunció que Axel le había dicho que ahora bajaba con nosotros, que había estado liado con unas reformas en su casa y que no había podido salir antes. Nos miramos todos aguantándonos la risa hasta que Guille dijo: “Típico de Axel…” y empezamos a reír todos escandalosamente aunque nadie se giró, tal vez ya estaban acostumbrados todos los que frecuentaban el local a nuestro alboroto juvenil que siempre armábamos en el bar. El camarero trajo hábilmente las cervezas de todos llenas hasta arriba en jarras bien grandes de al menos medio litro, me encantaba la cerveza de aquel lugar, siempre era de importación y a muy buen precio. Alzamos todos nuestras jarras y gritamos como vikingos bien fuerte “¡SKÖL!” Palabra que según Guille significaba “salud” o algo parecido en algún idioma escandinavo. Cuando estábamos a punto de terminar la primera de muchas rondas llegó Axel con el casco en una mano y el móvil aguantado en la oreja por la otra mano. Se despidió de su interlocutor y nos saludó efusivamente a todos mientras cogía una silla de la mesa de enfrente que estaba ocupada por un hombre de mediana edad que parecía un motero y que había ido al lavabo, pero decidimos no decir nada para vengarnos de la impuntualidad de Axel.
El camarero vino a tomar nota de lo que quería nuestro recién llegado amigo, que pidió una coca-cola. Éste se quedó desconcertado, y nosotros nos aguantamos la risa. El hombre se dio cuenta de que no estábamos riendo todos (menos Axel, que en un principio tampoco se dio cuenta de que nos reíamos) y preguntó que qué quería en realidad. Entonces Axel se giró clavándonos la mirada y se volvió hacia el camarero y dijo :”está bien… ¿Todos habéis pedido una Weissbier o como se llame, no? Ponme otra a mi, pero pequeña.” Cuando se fue el camarero volvimos a reír todos mientras que Axel negaba con la cabeza intentando parecer serio aunque también se estaba riendo. “Tíos, ya sabéis que la cerveza no me gusta demasiado… ¡Sois unos cabrones!”, entonces Axel me dio un puñetazo suave en el brazo y yo se lo devolví mientras retiraba el cigarrillo de mi oreja y me lo colocaba en los labios. saqué el mechero y lo encendí. Cuando levanté la vista Guille me pidió uno, y le acerqué el paquete mirando a la resta y preguntando si alguien mas quería uno, Juan también se animó y cogió el paquete después de Guille y me lo devolvió. Le hice una seña al dueño del bar que estaba en la barra para que nos pusiera otra ronda a todos y aproveché para ir al lavabo. Cuando llegué a la puerta apagué el cigarro en el cenicero mas cercano y me di cuenta de que el motero de la mesa de enfrente al que le habíamos robado la silla aún seguía allí dentro. Me estaba meando mucho, así que piqué a la puerta educadamente para darle prisa. Al cabo de unos instantes salió el tipo con cara de pocos amigos y me empujó diciendo “¿Tienes mucha prisa o que?”. Entré sin responder y oriné rápidamente porque quería ver la reacción del hombre aquel tan simpático cuando viese que Axel le había quitado la silla. Al principio no se percató de que la silla que le faltaba la tenía Axel, pero de pronto se dio cuenta y llamó la atención de Axel dando una patada en una de las patas de la silla diciendo de mala manera “Eh capullo, esa silla era mía”, Entonces Axel se levantó riendo y dijo “Era tuya…” Al motero se le encendieron los ojos y cogió a Axel del cuello de la camiseta y lo tiró encima de la mesa derramando las cervezas de Javi y de marcos. Mis ojos no daban crédito de lo que estaba sucediendo, no sabía como actuar, el tiempo se empezó a dilatar y cada segundo parecía eterno hasta que el brazo de aquel hombre se levantó para asestar un golpe con el puño a Axel, sin pensarlo dos veces me lancé hacia el Tipo y le di un puñetazo con todas mis fuerzas, que impactó entre el pómulo y la nariz, se quedó un par de segundos como pensando pero sin girarse todavía hacia a mí, como si no supiera de donde le había venido el golpe, pero finalmente se giró y me asestó tal golpe que me caí al suelo con el labio sangrando. Guille se levantó rápidamente de la silla y Axel se incorporó de la mesa donde lo habían tirado como si tuviese un muelle en la espalda y ambos le cogieron de los brazos antes de que pudiera agacharse para volverme a golpear.
El dueño, Carlos, salió apresuradamente de la barra con una vara metálica y vino a la mesa donde estaba pasando todo y gritó con toda su voz “¡FUERA HIJO DE PUTA!”. Aquel energúmeno que me había reventado la boca le miró, luego me miró a mi y se soltó de los brazos de mis amigos con un movimiento seco pero manteniendo la postura. Murmuró algo en voz baja, cogió su chupa de cuero negro que había dejado sobre la mesa y se fue dejando un billete de cinco en el suelo, marchándose con aparente impotencia. Carlos me ayudó a levantarme y me llevó a la barra para ponerme hielo. Dejó la vara encima de el fregadero que había debajo de la barra de madera y me miró dejando ir un suspiro. “Joder Miki, vaya líos que te buscas chaval.” Entonces sonrió y yo hice lo mismo mientras el subidón de adrenalina me iba bajando. Le pedí disculpas y tiré el hielo al cubo de la basura, luego me despedí y salí con todos a fuera. Saqué otro pitillo y lo encendí, mientras todos nos mirábamos en completo silencio. Ya no me sangraba nada, había sido algo superficial, pero me seguía notando como palpitaba el labio a causa de la inflamación. Decidimos despedirnos todos y quedar otro día, ya que aquella noche ya nadie tenia ganas de mas “fiesta”. Los que habían venido en moto montaron y se perdieron calle arriba, a la resta nos quedaba un trecho hasta el coche.
Una vez los había dejado a todos en sus casas volví y aparqué cerca de la puerta del bloque y entré reflexionando sobre lo que había pasado en el bar y sobre si debía sentirme orgulloso o era algo que no se podía repetir. Antes de girar hacia la puerta de mi edificio, me pareció ver en la oscuridad a la chica de la piscina dándole golpes a la puerta de su edificio. Me volví y fui hacia allí. “Hola. ¿No funciona la puerta?” Deduje que el problema era ese, ya que metía y movía enérgicamente las llaves dentro de la cerradura sin que se abriera. Ella me miró con cara desesperada y asintió con la cabeza diciendo “Menuda mierda…” empecé a hablar de lo mal que iban todas las puertas y que a mi también me había pasado hacía pocas semanas, lo cual era totalmente falso y ella me dio la razón. Me comentó que no sabía que hacer, que no tenía como entrar en su casa y que ya era tarde para picar a los vecinos así que yo le ofrecí que viniera a dormir a mi casa, que me sobraba una cama y se podía quedar si quería. Ella sonrió con cara amable.
Muy buen relato, esperando el siguiente. No puedo esperar a ver que passa en la casa. Sobretodo quiero un relato como protagonista Marcos.
ResponderEliminarMuy bueno el relato, me gustaria saber que paso con Steven( no fue al bar ese dia porque vive a tomar pol culo, tiene 20 años y no tiene carnet de conducir)
ResponderEliminarDesertFox: Steven saldrá próximamente como viajero solitario y misterioso, en su presencia se cometerá algún homicidio que no dejará ni a personajes ni a lectores indiferentes...
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