Tratamiento 1. No depender de nadie, ni siquiera de tu mismo. Desatarte del cuerpo que te mantiene anclado al suelo y a la rutina que te domestica, empezar a nadar en tu animalidad para terminar a la deriva del cansancio. Activar los sentidos, ponerlos a toda potencia hasta que se diluyan entre si, convirtiéndote en marea indomable, escurridiza, imposible de coger, de beber, de amoldar. Que el miedo y el placer se confundan, que el odio y el amor se pronuncien en una sola palabra. Arrancar las etiquetas que ponen nombre a esa mierda que acaba siempre siendo tu mismo. Esta brecha que piensas que esta pero que no esta, porque nada le da coherencia a tu desorden mental y simplemente dices que estas en un vacío, como los silencios casi imperceptibles que se producen en las melodías de las canciones, silencios imprescindibles, pues sino la canción seria el mas ensordecedor pitido. Y tratas de perderte aun mas, de esnifar palabras de otros que te atontan y te dejan tambaleando entre sonrisas y cortesías, te enredas, y te caes esperando a que no te coja nadie. Pero es que siempre hay alguien que te ofrece la mano. Esto es lo peor para un loco. Un punto, una referencia, una conexión con otra vez este juego de mascaras y mimeces que tanto te agobia, que tanto te oprime. Esta mano que se mete retorcida en tu cabeza, urga dentro y junta tu cuerpo con tu supuesta alma. Maldito exorcismo, duele, te deja mas aturdido de lo que estabas.
Tratamiento 2. No necesito que digas que estoy loco. Necesito que pases de mi, que me ignores, pues no soporto ser lo que tus ojos ven. Es muy importante que entiendas que una persona esta loca solo cuando esta con mas gente. Sola es este magma del que antes hablaba, es pasión pura, pues no hay más dialogo que con las emociones que corren en vena, siendo esclava de una mente que vete a saber donde queda en estos momentos. Así que haz como si no estuviera, pues ademas estoy demasiado atareado rindiendo culto a todo esto, dando vueltas como una peonza, deformando las leyes de la gravedad para usarlas a mi antojo. No, no te pienses que viene de dentro. Es que no se distingue ni dentro ni fuera, por eso estoy tan sensible, los arboles y las flores se agitan con los vientos de tonos psicodelicos, sin forma, que pasean por la tarde antes de volver a casa. Ay la puta lógica. No asientas a mi delirio, se que no tengo tu aprovación. Ni tampoco tu disgusto. Me gusta la ambigüedad, el poder refugiarme entre disfraces de mármol gris que son tan sólidos como el sistema social que los sustenta, eso hace que te sea difícil juzgarme y tengas la necesidad de saber que hay dentro. Pero recuerda, dentro y fuera es lo mismo. Yo soy tu, en una de mis facetas, te absorbo con los puños cerrados y el alma rota, esperando a que seas la sustancia que pega lo impegable, pero olvido que soy agua y me vaporizo con el calor de tu cuerpo, flotando, leve, filtrandome por tu retina, reviviendo nuestra mierda tan nuestra.